“Liderazgo con amor”…¿una combinación posible?

Ser un líder puede significar tomar la decisión consciente de compartir tus habilidades y conocimientos a otras personas, por esta razón es posible deducir que, liderar es un acto de bondad, pues consiste en dar atención y tiempo para otros. Aunque también, existen casos en donde los líderes necesitan mano dura, y esto puede hacer difícil de entender el liderazgo con amor.  Bajo estas dos perspectivas, seguro te preguntas ¿se puede combinar el liderazgo con un sentimiento tan fuerte como lo es el amor? La respuesta es sí, pero antes hay que analizar el porqué y el cómo se logra tal unión. 

Encontrarás en internet muchos artículos sobre cómo ser un buen líder, los tipos de liderazgo y cómo serlo de forma correcta. Incluso bajo tu propia experiencia puedes pensar que dirigir un grupo, consiste en ser firme o hasta tajante para hacer reaccionar a un equipo. Pero, liderar va más allá de tener el control, es posible hacerlo desde un amor propio y compartido

Cumplir cabalmente  todos los procesos planeados en tiempo y forma a través del apoyo de cierto número de personas, con la única finalidad de cumplir con un objetivo en específico, no es lo mismo a, diferenciar entre tus intereses particulares y los colectivos, para encontrar una sinergia que les permita compartir el compromiso por alcanzar una meta. Discernir en este tipo de casos es una tarea que implica analizar a detalle  tu entorno y a quienes están en él. Tomando en cuenta las capacidades y debilidades de cada uno de los integrantes que te ha tocado orientar, para conocerlas hay que escuchar. Recuerda que como líder estás guiando a personas que también sienten y tienen sus propios ideales. 

El reconocer que tú necesitas ayuda de otros y tener claras tus limitaciones te permite compartir el camino con alguien más; ”si quieres ir rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos ve acompañado”. Para ver el panorama de este modo, se necesita amor propio. Mediante esa perspectiva puedes confiar y delegar actividades, de ahí que, el dar se vuelve una acción primordial. 

Erich Fromm, autor de –El arte de amar-, menciona que puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir. 

Por lo tanto, un líder actual se caracteriza por usar las emociones a su favor, convirtiéndose en un superior afectivo. Se sabe que un buen líder es seguido y apoyado no sólo por representar una figura de autoridad o por sus estrategias y metodologías, sino porque hace sentir a otros, confianza, seguridad y con capacidad para alcanzar sus objetivos.